Bruselas admite que ignora el        efecto sobre la salud y el ambiente del 99% de los productos
       Las empresas ejercieron presiones        sin precedentes sobre la Eurocámara
        El Parlamento Europeo aprobó ayer por amplia mayoría un nuevo        reglamento que obliga a la industria europea a registrar del orden de        30.000 productos químicos que hoy circulan prácticamente sin control. El        objetivo es proteger la salud y el medio ambiente sin perjudicar la        competitividad de la industria europea, líder mundial. El nuevo        ordenamiento obliga a las compañías a proporcionar los datos de las        sustancias, crea una agencia que evaluará su peligrosidad y establece la        obligación de revisar las autorizaciones cada cinco años. El procedimiento        pendiente permite aventurar que el nuevo reglamento comenzará a aplicarse        en 2007 y lo será por completo en 2018.
       REACH, por las siglas en inglés de Registro, Evaluación y Autorización        de Químicos, es el más complejo de los reglamentos que ha conocido la        Unión. Su aprobación ha llevado varios años de discusión interna y externa        que permitieron a grupos de presión relacionados con la industria química        continental, en particular la alemana, ejercer presiones sin precedentes        sobre la Eurocámara con el argumento de que su aplicación produciría        costes insoportables, pérdida de competitividad y desaparición de puestos        de trabajo. Fue aprobado ayer por 407 votos contra 155 y 41 abstenciones        gracias al compromiso alcanzado con enmiendas que buscaban el equilibrio,        subrayado por la mayoría de los grupos, entre salud y medio ambiente e        intereses industriales.
       Los productos químicos son una constante en el mundo contemporáneo,        desde insecticidas y pesticidas a esmaltes de uñas y colonias, pasando por        los plastificadores de los juguetes o retardadores de fuego empleados en        ordenadores y vehículos. La vida sin ellos sería hoy imposible y sin        embargo la Comisión Europea admite que ignora casi todo del 99% de ellos.        Hasta el momento se emplean y se venden sin evaluación sólida y de algunos        se sospecha que son cancerígenos o mutágenos, mientras otros se acumulan        en el organismo o producen alergias y alteraciones hormonales.
       A llenar ese extraordinario vacío acude REACH, al imponer que todas las        sustancias producidas, o importadas, en la UE por encima de una tonelada,        salvo las exentas por su demostrada inocuidad, queden registradas en la        futura agencia de productos químicos radicada en Helsinki. Son unas        30.000. Las que no sean registradas y tampoco estén exentas no podrán ser        utilizadas en la Unión. La propuesta de crear este registro, que tendrá        datos sobre propiedades y utilización de los productos, salió adelante por        438 votos frente a 144, con 15 abstenciones.
       El plazo de registro para todas las sustancias que se emplean en la UE        es de 11 años, en una escala temporal que tiene en cuenta las cantidades        producidas y su peligrosidad: las que superen las 1.000 toneladas o las        más tóxicas o dañinas deberán ser registradas, evaluadas y aprobadas        antes. Una enmienda establece que los derivados del tabaco deberán ser        sometidos al procedimiento de registro.
       Al consenso sobre el registro alcanzado por el Partido Popular Europeo,        los socialistas y los liberales se sumó ayer el grupo que acoge a        comunistas y verdes nórdicos después de que éstos consiguieran el        apoyo suficiente, de socialistas, liberales y verdes, para sus        ideas sobre la autorización y sustitución de ciertas sustancias. Este        paquete fue aprobado con un margen más ajustado (327 a 263, con 15        abstenciones) y es susceptible de modificaciones en los procedimientos        pendientes. Las enmiendas aprobadas obligan a que las autorizaciones estén        limitadas a un plazo máximo de cinco años y que sólo se concedan si se        demuestra que no hay sustancias o tecnología alternativas y que las        ventajas socioeconómicas compensan los riesgos para la salud y el medio        ambiente. Lo que se pretende es incentivar el desarrollo de alternativas o        tecnologías.
       El reglamento establece el principio de que son las empresas las que        deben proporcionar los datos, aunque con tantas excepciones y limitaciones        que para las alrededor de 20.000 sustancias producidas en cantidades de        entre 1 y 10 toneladas sólo entre el 10% y el 30%, las de mayor riesgo,        deberán ir acompañadas de información exhaustiva.
       Estas limitaciones fueron introducidas con el propósito de aligerar las        cargas económicas a las pequeñas y medianas empresas, consideradas como        más vulnerables a nuevos requerimientos y pruebas de laboratorio. Con el        mismo fin se mantiene el principio de Una sustancia, Un registro        (OSOR, en sus siglas en inglés) que obliga a compartir los datos con otras        compañías, algo a lo que se siguen oponiendo las grandes multinacionales.        Atendiendo a sus demandas se ha aumentado el número de casos en que dejará        de aplicarse OSOR, pero las empresas que quieran acogerse a ese derecho        deberán exponer sus motivos a la agencia, que podrá aceptarlos o no. El        principio de OSOR se aplicará estrictamente a las pruebas con animales,        incluidos los invertebrados. En todo caso, la experimentación con animales        deberá reducirse a la mínima expresión.
                                                    
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