Hace apenas unos meses, Google era elegida la marca más popular de Internet. Actualmente se cuestiona la solidez de sus acciones y su popularidad cae en picado. ¿Ha dejado Google de ser una empresa amable? ¿La detestan los que antes decían amarla?       
                 Dharamasala es una ciudad del estado indio de Himachal Pradesh, en el norte del país. Hace unos días tuvo lugar una particular 
protesta en sus calles: un grupo de estudiantes, pertenecientes a una asociación denominada 
Students for a Free Tibet, clamaba contra el buscador Google. ¿El motivo? Dharamsala es el lugar de residencia del 
Dalai Lama y de muchos miles de refugiados tibetanos, llegados allí en las últimas décadas huyendo de la opresión del gobierno chino. Sus habitantes denuncian que Google se ha convertido ahora en 
cómplice de la censura cultural que ejerce el gobierno de Pekín, al aceptar ofrecer resultados 
mutilados como condición para entrar en el goloso mercado chino.
Las protestas no quedaron sólo ahí: el 14 de febrero, día de San Valentín, fue el elegido por los promotores de la web 
No Luv 4 Google (traducible por 
Nada de cariño para Google) para manifestarse delante de oficinas de la compañía 
en todo el mundo: Londres, Sydney, Seattle, Milán, Zurich, Nueva York, Estocolmo
 e incluso la propia 
Mountain View, sede del cuartel general. No se puede decir que las congregaciones fueran muy numerosas (estamos acostumbrados a presenciar similares escenas de estadounidenses manifestándose con pancartas caseras por todo tipo de motivos), pero sí resulta significativo que Google, hasta hace poco envidiada, admirada, adorada casi incondicionalmente, esté empezando a convertirse en una empresa 
antipática para mucha gente. Parece que los 
días de vino y rosas han quedado definitivamente atrás.
Se abre la veda anti-GoogleEn Internet comienzan a proliferar las webs dedicadas a incordiar a Google. Veamos algunos ejemplos: la propia No Luv 4 Google incluye un listado de 
alternativas al buscador, y promete seguir dando guerra con más acciones de protesta. 

En 
Cult of the Dead Cow se ha puesto en marcha otra campaña, encabezada por el lema 
Goolag (un juego de palabras que combina con 
gulag, el sistema de represión que imperó durante décadas en la Unión Soviética); el logotipo se ha distribuido rápidamente por muchas páginas de Internet.
En 
Google-Watch siguen con lupa todos los pasos que da la empresa, y en este caso no puede decirse que la persecución sea algo nuevo: ya en 2003, la época en que la popularidad de Google subía como la espuma y se consolidaba como gran empresa, proponían al buscador como candidato para los premios 
Big Brother, entre otros motivos por utilizar 
cookies inmortales (caducan en el año 2038), recolectar todo tipo de datos (direcciones IP, fecha y hora de las consultas, tipo de navegador, etc.) y 
retenerlos sin especificar qué uso se les da, y en general, el secretismo que rodea su famoso algoritmo y la costumbre de sacar tarjeta roja a los webmasters que tienen el atrevimiento de cometer prácticas para mejorar su posicionamiento y que los ingenieros de Google consideran deshonestas.
Google: Evil or Not? es una página que ofrece diariamente informaciones relacionadas con Google, Microsoft y Yahoo, e invita a los lectores a 
puntuar la bondad o maldad de cada acontecimiento, en una escala que oscila entre Muy bueno y Muy malo. En el último mes, la mayoría de los lectores ha considerado que Google 
se ha portado mal, como refleja la 
escala de perversidad que le han asignado los votantes. Aunque lo cierto es que tampoco 
Microsoft ni 
Yahoo han salido demasiado bien paradas.

¿Y qué decir del 
desplome bursátil de Google? Desde que salieron al parqué en agosto de 2004, las acciones no habían conocido otra dirección que la de subida. Sólo hace unas semanas parecía que la tendencia iba a seguir siendo la misma, pues entidades financieras del prestigio de Goldman Sachs y Piper Jaffray pronosticaban que la acción de Google podría llegar a valer entre 500 y 600 dólares a doce meses. La 
cotización actual, 342 dólares, con una 
caída del 25% en las últimas semanas después de que los inversores se mostrasen decepcionados por los resultados del último trimestre de 2005, ha puesto los pies en la tierra a una compañía para muchos 
sobrevalorada; mucho se discute ahora sobre su verdadero valor, y algunos ya hablan de una 
neoburubuja puntocom.
¿Qué ha hecho Google para merecer esto?¿Y por qué toda esta inquina? El pinchazo bursátil se explica a partir de la fría lógica de los números: una empresa valorada en 112.000 millones de dólares, sólo proporciona 1.435 millones de beneficio. Echando cuentas, esto significa que una acción adquirida a precio actual 
tardaría 76 años en convertirse en rentable, y eso contando con que todo el beneficio de la compañía se destine a dividendos. De ahí la decepción de los analistas. Pero más sutiles son las razones por las que muchos usuarios (no hablamos ya de accionistas) se sienten 
traicionados por Google.
Toda empresa capitalista posee un 
componente intrínseco e inevitable de maldad, por la propia definición de capitalismo desde un punto de vista 
marxista. Google parecía la excepción. 

La esperanza de que otro mundo capitalista- es posible. Una empresa que en su 
filosofía corporativa esgrime como mandamiento máximo ese 
Dont be evil (No hagas el mal), un lema repetido hasta la saciedad con una mezcla de 
orgullo y admiración por millones de internautas de todo el mundo.
Muchos equiparaban erróneamente el excelente funcionamiento del motor de búsqueda de Google con ese lema: una empresa que está detrás de un producto que funciona tan bien, por fuerza 
tiene que ser buena. Por la misma regla de tres, la 
Asociación Nacional del Rifle sería un magnífico proyecto, siempre que el que opine sea un amante de 
apretar el gatillo. No cabe duda que la mayoría de productos que Google presenta son de intachable calidad. Ahora bien: ¿significa esto que la empresa que los produce es también intachable?
Y en segundo lugar, Google no es una organización benéfica, ni una institución de caridad. Es una empresa, y como tal, su principal motivación es el 
ánimo de lucro. Como decíamos hace unas semanas, nadie es completamente perverso, ni inmaculadamente santo. Y los que ahora echan en cara a Google su presunto acercamiento al lado oscuro, deberían recordar que 
el romanticismo siempre ha estado reñido con los negocios.       
          
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