¿Conocer sin lenguaje? Según explican los investigadores, el lenguaje está tan intimamente relacionado con nuestros pensamientos que resulta difícil imaginar que podamos pensar sin él. Sin embargo, los Mundurukú son capaces de distinguir un triángulo equilátero de unas líneas paralelas sin que su lengua posea palabras que definan ambos conceptos.
Esto lleva de nuevo a la discusión entre psicólogos y filósofos acerca de la influencia del lenguaje en nuestro pensamiento. El trabajo sugiere que lo principios conceptuales de la geometría se hallan presentes de manera inherente en las mentes de los Mundurukú, antes de que hayan creado las palabras para éstos.
Estos resultados exacerban también una discusión más profunda, de ámbito ontológico, protagonizada por determinados filósofos del siglo XX. El término “hermenéutica” estableció que la realidad que percibe el ser humano no es más que un conjunto heredado de relatos, mitos, narraciones, saberes, creencias, monumentos e instituciones. Este conjunto fundamenta nuestro conocimiento acerca del mundo y del hombre.
La cuestión que se plantea a la vista de estos resultados es: ¿qué aparece primero, el conocimiento o el lenguaje? ¿Van de la mano? ¿Existen conocimientos ajenos al lenguaje?, es decir, ¿podemos conocer algo independientemente de que seamos o no capaces de nombrarlo?
Según el filósofo alemán Martin Heidegger (1889-1976), el lenguaje es la casa del ser, lo que quiere decir que el lenguaje es lo único que posibilita lo real, y que el ser es puro lenguaje. Otros filósofos que mantuvieron hipótesis similares el siglo pasado fueron Hans Georg Gadamer, Luigi Pareyson, Gianni Vatimo y Paul Ricoeur.
La pregunta sobre los rasgos universales Sin embargo, lingüistas también del siglo XX han establecido rasgos semánticos universales, comunes a todas las lenguas, al igual que los rasgos fonéticos que componen cualquier articulación de nuestro lenguaje hablado.
¿Estará aquí la clave para entender que, al igual que ocurre en la lengua, pueda haber rasgos geométricos o aritméticos universales que compartan los seres humanos independientemente de que los hayan estudiado o no? ¿Es el conocimiento previo al conocedor? ¿Se hereda, es innato? ¿Son genéticos al igual que los universales lingüísticos, que defiende Noam Chomsky?
Este enfoque supondría la existencia de un sistema de ideas innatas, lo que ha producido numerosas críticas referentes a la utilización del término “idea” o referentes a la hipótesis de imposibilidad de que ciertos conceptos universales sean innatos.
En el caso de los Mundurukú, todos los participantes en las pruebas, incluso aquellos que sólo tenían seis años, alcanzaron un nivel de aciertos en sus respuestas similar al de los niños y adultos norteamericanos. Según Dehaene, esto significa que el conocimiento geométrico, al igual que la aritmética básica, es un constituyente universal de nuestra mente. El debate sigue abierto.
Stanislas Dehaene, uno de los artífices de esta investigación, está galardonado con el premio de la Federación Europea de Sociedades de Neurociencia (FENS), que concedió en 2002, por primera vez, la compañía farmacéutica Boehringer Ingelheim, en reconocimiento a sus "excepcionales observaciones experimentales sobre la base cerebral de las funciones cognitivas superiores del cerebro humano".
Dehaene había publicado con anterioridad un interesante
artículo sobre la representación mental de las matemáticas en el que ya anticipaba que existe una representación mental que va más allá de la palabra determinada, algo que ha confirmado la investigación con los Mundurukú.
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